Su historia es muy dura y cruel, pero afortunadamente tuvo un final feliz.
Fue a principios de Septiembre, yendo a tirar unos escombros a un contenedor, cuando oímos un gemido muy débil y cortito, y después de mirar y rebuscar en el contenedor, nos encontramos con que una bolsa de basura era la que emitía el sonido y se movía. La abrimos y volvimos a encontrar otra bolsa cerrada, que a su vez contenía una bolsa más en la que se encontraban 3 gatitos de aproximadamente un mes de edad.
Dos de ellos no habían sobrevivido a esta extrema crueldad.
Sólo uno de ellos tenía un hilo de vida. No teníamos mucha esperanza de poder salvarle pero lo intentamos y lo arropamos, lo llevamos a casa, lo lavamos, lo secamos y lo colocamos en una cajita de zapatos para que se recuperara y descansara de la tortura que había tenido que pasar.
Al día siguiente nos hicimos con un biberón para mascotas, y poco a poco lo fuimos alimentado para que recuperara fuerzas. Era tan pequeñín que todavía no sabía comer. Además de desparasitarlo, por supuesto.
Tuvimos nuestras dudas de si se iba a poner bien, porque había días que estaba muy débil y sin fuerzas, y además las piernas de atrás las arrastraba al andar (suponemos que por debilidad, porque ahora anda, corre y salta con normalidad).
Pero con la ayuda y colaboración de todos, hoy tenemos adoptado a Nelson como a uno más de la familia.
Después de casi dos meses, Nelson ha crecido, engordado, está vacunado y se le ve un gato feliz e integrado en casa. Los niños le hacen a veces trastadas, pero para eso ya se esconde él debajo de la cama o sofá; y otras veces es él quien nos busca para jugar.
El nombre lo escogimos por ser un superviviente y negro, recordando a Nelson Mandela.
Su historia tuvo un final feliz, pero por favor, que no se repita la crueldad a la que fue sometido.